Un centenar de personas han sido asesinadas este lunes en un
ataque armado al poblado de Sonankoubou, en pleno centro de Mali, según dijeron
distintas fuentes en la región y a falta de informaciones oficiales.
Hasta el momento se han encontrado más de noventa cadáveres
y hay más de treinta personas desaparecidas, en un ataque que parece tener
connotaciones étnicas, por lo que se descarta en un principio la pista
yihadista.
Las fuentes (locales y funcionarios del gobierno en la
región) señalaron que un grupo de hombres armados llegó esta mañana al poblado,
en pleno “país Dogon”, y lo rodeó por completo, antes de prender fuego a las
viviendas con sus habitantes dentro.
A los que trataban de huir, los atacantes los abatieron a
tiros.
La matanza de hoy recuerda a la que en marzo tuvo lugar en
el poblado de Ogossagou, también en el centro de Mali, y que se saldó con 157
muertos. En aquel caso se trató de un poblado de etnia “peul” y la autoría se
atribuyó a los cazadores “donzos”, de etnia dogon y opuestos a los peuls por el
control de las tierras.
Por esa razón, las primeras hipótesis del ataque de hoy
indican que pudo tratarse de una venganza por aquel ataque de los “peuls”
contra los “dogon”, en esta región del centro maliense donde la tensión étnica
es palpable y creciente.
Según un reciente informe de la ONU, esta violencia
interétnica dejó entre enero y mayo una cifra de 250 muertos, todo ello sin
contar la violencia que a su vez perpetran los grupos yihadistas.
En la matanza de hoy los observadores descartan la pista
yihadista porque éstos últimos suelen atacar a símbolos del Estado (Policía,
Ejército o funcionarios) y no tanto poblados de la sociedad civil, pero hasta
el momento no hay ninguna reivindicación de lo sucedido.
La pasada semana el Consejo de Ministros maliense prorrogó
hasta mayo de 2020 (ya es la segunda prórroga) el mandato de los diputados del
parlamento, al constatar la imposibilidad de celebrar elecciones “regulares y
transparentes” por la inestabilidad que azota al país.