Galicia abraza a su abogada al salir de centro de detención.
Después de ser liberado, Erwin reportó las terribles
condiciones en las que se encontró durante esas tres semanas. Debido a la falta
de comida, perdió aproximadamente once kilos. Nunca tuvo la oportunidad de
bañarse o de realizar una llamada a sus familiares o a su abogada. Dormía en el
suelo con otros sesenta hombres, algunos de los cuales dormían en el suelo de
los baños. Para taparse contaban únicamente con “sábanas” de aluminio.
Dice Erwin que había muchos hombres enfermos con picaduras
de pulgas, pero no se atrevían a pedir asistencia médica pues habían sido
amenazados con empezar de cero su proceso legal.
Llegó un punto en el que Erwin, a pesar de ser un ciudadano
estadounidense, estuvo a punto de decidir autodeportarse, sólo para salir de
ahí.
“La manera en la que nos trataban era inhumana. Llegó un
punto en el que estaba listo para firmar un papel de deportación, sólo para
dejar de sufrir. Necesitaba dejar de sufrir ahí”.
Comenta también que, aunque conocía sobre las condiciones de
los migrantes, no se imaginaba que fueran así en realidad: “Es una cosa ver las
condiciones en la televisión o en las noticias, es diferente vivirlas“. (Vía:
Slate)
Nada de lo que narra Erwin es nuevo, las condiciones de los
centros de detención han sido inhumanas desde el principio. Que la denuncia la
haya hecho un estadounidense sólo presenta un punto de vista interno. Pero sin
importar quién lo denuncie, la realidad es la misma