Estados Unidos acordó suspender los aranceles al acero y el
aluminio procedentes de Canadá y México, a cambio de un endurecimiento de las
medidas para impedir que el acero chino entre a territorio estadounidense
procedente de los otros dos países.
El acuerdo evita la imposición de cuotas al acero desde los
dos países, a las que se oponen Canadá y México, según el Post.
El pacto es un paso significativo para lograr la
ratificación del Congreso al nuevo acuerdo comercial T-MEC entre las tres
naciones norteamericanas.
La decisión del Gobierno estadounidense de este viernes de
aplazar durante seis meses la posible imposición de aranceles a los vehículos
europeos y japoneses ha dado un respiro al comercio global, que se veía
amenazado por las hipotéticas consecuencias de la amenaza de Washington.
En una maniobra anticipada, el presidente Donald Trump dio
180 días más a los negociadores de su Ejecutivo con la Unión Europea (UE) y
Japón para alcanzar un acuerdo antes de cumplir su amenaza de imponer
gravámenes a la importación de vehículos de sus socios.
Desde su llegada al poder, Trump ha defendido la imposición
de gravámenes como una estrategia efectiva para ganar influencia sobre sus
socios durante las negociaciones en curso sobre tratados comerciales.
Pero el mandatario ha sido alertado por expertos y por la
propia industria automotriz de su país de que corre el riesgo de provocar
nuevos enfrentamientos en el comercio global, tal como ha ocurrido con su
disputa con China.
Sin ir más lejos, la UE ha anunciado que tiene confeccionada
una lista de gravámenes que puede imponer a la importación de productos
estadounidenses como represalia si Trump aplica su incremento de aranceles a la
entrada en el país de vehículos europeos.
La Comisión Europea ha calculado que un arancel del 25 por
ciento sobre la importación de vehículos añadiría unos 11,200 dólares al precio
de los automóviles europeos en Estados Unidos.
Sin embargo, el Gobierno de Japón confía en que Estados
Unidos no aplicará limitaciones a la importación de automóviles nipones, en
medio de las fricciones entre ambos países durante sus negociaciones para
alcanzar un futuro acuerdo comercial.
Washington condiciona la firma del acuerdo a que el flujo
comercial automotriz entre ambas potencias esté diseñado para aumentar la
producción y los empleos en las industrias estadounidenses.
Como era de esperar, el Gobierno de Estados Unidos ha
justificado la posibilidad de aplicar aranceles a vehículos y componentes de
fabricación europeos y japoneses en que “la defensa y la superioridad militar”
del país dependen de la competitividad de la industria automotriz y de la
investigación y desarrollo que genera.