En México ocupa el noveno lugar entre las naciones con más diabéticos,
y para 2025 ascenderemos al número siete.
La enfermedad es un problema de salud que seguirá creciendo,
afirmó Adolfo Andrade Cetto, académico de la Facultad de Ciencias (FC) de la
UNAM.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, 8.7 millones
de mexicanos sufren diabetes, pero no se considera a los no diagnosticados, lo
que sumaría cerca de 12 millones, refirió.
En comunidades rurales de México los diabéticos usan
medicina tradicional de manera complementaria al tratamiento médico, en
prácticamente todos los casos: “93 por ciento combina ambos; cinco por ciento
usa sólo fármacos y dos por ciento únicamente plantas”.
En la meta de controlar la diabetes, Andrade busca
principios activos en plantas, con un enfoque etnofarmacológico. Para ello,
contacta a pacientes en diferentes comunidades del país y determina las plantas
a estudiar. “Platicamos con la gente para ver cómo entiende la enfermedad y
cómo la trata”.
Él y su equipo realizan un estudio total de las plantas que
la gente utiliza para determinar cómo actúan. “Nuestra idea es aislar los
principios activos para hacer un fitofármaco que tenga actividad
hipoglucemiante”.
El experto desarrolló una ecuación que ayuda a validar el
conocimiento tradicional. La fórmula incluye variables como dónde se colecta la
planta, en qué tiempo, cómo se prepara y sus efectos secundarios. “Las plantas
no tienen principios activos todo el tiempo: su composición química cambia de
acuerdo con el momento de su colecta”.
Muchas se usan para tratar la enfermedad; en ellas, el
denominador común parece ser la inhibición de la síntesis de glucosa en el
hígado (gluconeogénesis); es el caso de las especies Cecropia obtusifolia,
Malmea depressa, Smilax moranensis o Rhizophora mangle. “Pero hay que
considerar que sólo en ciertas concentraciones los extractos son capaces de
tener ese efecto”.