Una menor de edad, víctima de violencia sexual y que sufría
depresión, murió por eutanasia en Holanda.
Noa Pothoven, una joven holandesa de 17 años, murió en su
domicilio con ayuda de una ‘clínica para el final de la vida’.
Cuando era pequeña fue violada por su primo, episodio que le
provocó depresión, estrés postraumático y anorexia. Un día antes de su
fallecimiento, Noa anunció su decisión en redes sociales:
Estuve deliberando por un tiempo si debería o no compartir
esto, pero decidí hacerlo de todos modos. Tal vez esto sea una sorpresa para
algunos, dado mis publicaciones sobre hospitalización, pero mi plan no es
impulsivo. Tras años de luchar y pelear, estoy agotada. He dejado de comer y
beber por un tiempo y, después de muchas discusiones y evaluaciones, decidí dejarme
ir porque mi sufrimiento es insoportable”.
En su cuenta de Instagram, la joven pidió a sus seguidores y
amigos no intentar hacerla cambiar de opinión.
El amor es dejar ir, en este caso”
En su autobiografía “Ganar o aprender”, habla de la batalla que
libró contra estos padecimientos mentales. Con este libro buscaba incentivar a
los jóvenes vulnerables a luchar por la vida.
Holanda fue la primera nación europea que legalizó la
eutanasia con una ley que entró en vigor en abril de 2002, aunque desde 1993 se
toleraba su práctica. Los menores de edad también pueden solicitarla, con o sin
el consentimiento de sus padres.
Para acceder a la eutanasia o suicidio asistido se debe
residir en Holanda y la petición debe ser reiterada, voluntaria y ser producto
de la reflexión. El paciente debe sufrir una enfermedad en fase terminal o
irreversible, cuyo padecimiento sea insoportable y/o sin perspectiva de mejora.
El médico que aplicará la eutanasia debe consultar el caso
con uno o más de sus colegas, quienes deben emitir un informe.