Autoridades de Israel desmantelaron una secta que mantenía en cautiverio, hacinadas y en condiciones insalubres, a unas 50 mujeres con sus hijos pequeños en un complejo residencial en Jerusalén.
¿Quién encabezaba la secta que abusaba de mujeres y niños?
De acuerdo con la Policía, la residencia fungía como “seminario” religioso, encabezado por un hombre de unos 60 años, señalado como rabino ultraortodoxo y sospechoso de haber tenido en “esclavitud” a las mujeres que habrían sido víctimas de diversos abusos por parte del sujeto en Israel.
Aunque no revelaron la identidad ni que en realidad se tratara de un rabino, autoridades locales destacaron que ya había sido detenido con anterioridad en 2015 y puesto rápidamente en libertad por sospechas similares; sin embargo, nuevos elementos favorecieron su arresto, por lo que permanecerá en prisión preventiva por los próximos siete día.
A medida que avanzaba la investigación, los investigadores han encontrado en los últimos dos meses pruebas que demuestran que el sospechoso controla de manera absoluta la vida de unas 50 personas, que viven en un complejo residencial y que están todas sometidas a su voluntad y aisladas de sus familias”, dijo la Policía.
En el inmueble donde integrantes de la secta mantenían cautivas a las mujeres, autoridades y personal del Centro Israelí para Ayudar a Víctimas de Cultos lograron detener también a ocho mujeres señaladas como cómplices de la secta que abusaba de los menores y sus madres.
¿Cómo descubrió la Policía la secta?
La investigación que llevó a cabo la Policía, en conjunto con el Centro Israelí para Ayudar a Víctimas de Cultos, avanzó gracias a las denuncias hechas por las pocas mujeres que lograron escapar del supuesto seminario religioso y de los abusos del rabino y sus cómplices.
- Tras una operación encubierta en Jesuralén, las autoridades dieron con el lugar que se hacía pasar por un seminario religioso en dónde encontraron a las mujeres y sus hijos, de entre uno y cinco años, en condiciones de hacinamiento y víctimas de castigos por parte de su verdugo, quien, además de impedirles mantener contacto con sus familias y con el público en general, les robaba dinero y los castigaba.