El papa Francisco llevó este miércoles en su papamóvil, en
un recorrido por la plaza de San Pedro previo a una audiencia general, a ocho
niños refugiados que llegaron a Italia en barco o a través de los pasillos
humanitarios organizados por Naciones Unidas.
Durante el tradicional recorrido en papamóvil por la plaza
de San Pedro para saludar a los fieles, Francisco invita en algunas ocasiones a
grupos de niños a que suban con él en el vehículo.
Esta vez el grupo era especial, pues se trataba de niños
procedentes de Siria, Nigeria y Congo que llegaron a Italia el pasado 29 de
abril desde Libia gracias a la iniciativa pasillos humanitarios de la Agencia
de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) y el Gobierno italiano, informó
el Vaticano.
Con este programa se ha conseguido evacuar a más de 2.500
migrantes vulnerables de Libia.
Los otros niños llegaron en un barco a Italia hace algunos
meses y “han sido acogidos junto con sus familias en el centro de la asociación
Mondo Migliore y la cooperativa Auxilium”.
El papa al final de la audiencia saludó a la delegación de
la ONG Save the Children Italia y a varios centros de acogida en Roma, así como
a los “refugiados procedentes de Libia” presentes hoy en la plaza de San Pedro.
El 5 de mayo pasado, el papa Francisco pidió a las
autoridades búlgaras “que no cierren los ojos, el corazón, y la mano” a los
migrantes, en su discurso a las autoridades en su primer día de visita a
Bulgaria, a cuya capital llegó el día anterior.
En su discurso en el patio del palacio presidencial en Sofía
y después de entrevistarse con el presidente búlgaro, Rumen Radev, Francisco
lanzó este llamado en un país que ha aplicado una política dura contra la
migración, construyendo una valla metálica de más de 270 kilómetros en su
frontera con Turquía para evitar la entrada de los sirios, afganos y iraquíes
que huían de la guerra.
Francisco recordó que pasados 30 años del final del régimen
soviético “que limitaba la libertad y las iniciativas” ahora Bulgaria debe
afrontar las consecuencias de la emigración, con más de dos millones de
búlgaros que han dejado el país.