Encuentran los restos de una mujer ejecutada en 1936, y junto a ellos estaba casi intacta la sonaja de uno de sus hijos.
En el parque de La Carcavilla, en Palencia, España, especialistas de la Sociedad de Ciencias Aranzadi realizaron una excavación para localizar los restos de 250 víctimas de la Francisco Franco, durante la Guerra Civil. En agosto de 2011 hicieron un hallazgo inesperado: en una de las fosas encontraron una sonaja.
El juguete parecía casi nuevo, ¿sería posible que fuera del año 1936? Para saber la verdad fue necesario realizar pruebas: un fragmento de la sonaja fue puesto al fuego, desprendió un “característico olor a alcanfor”, según Fermín Leizaola, etnógrafo que hizo el estudio. Dicho aroma demostró que el objeto estaba hecho de celuloide, un plástico desarrollado en 1870 y utilizado hasta 100 años después.
Este es el objeto más llamativo y conmovedor que haya podido salir de una fosa de la Guerra Civil, declaró Almudena García-Rubio, antropóloga participante en la excavación.
De acuerdo con los registros, el cadáver era de Catalina Muñoz Arranz, de 37 años de edad, madre de cuatro hijos. El menor de ellos tenía en aquel entonces nueve meses, él podría ser el dueño de la sonaja.
El hijo ahora tiene 83 años, se llama Martín de la Torre Muñoz y vive en una casa humilde.
De mi madre no recuerdo nada (…) No sé ni qué cara tenía, porque no tenemos ninguna foto suya, esa es la pena, explicó De la Torre Muñoz.
De la Torre Muñoz trabajó desde los ocho años, nunca fue a la escuela; su padre, Tomás de la Torre, fue condenado a 17 años de cárcel por el asesinato de un falangista; mientras que su madre fue juzgada por un consejo de guerra por asistir a manifestaciones, lavar sangre de la ropa de su marido y dar vivas en favor de Rusia.
Catalina Muñoz Arranz no sabía escribir, pero sí firmó una declaración en la que admitía la asistencia a manifestaciones, pero rechazaba el resto de las acusaciones.
Sin pruebas, fue condenada a la pena máxima; la fusilaron el 22 de septiembre de 1936.
De entre el centenar aproximadamente de mujeres asesinadas en los primeros meses de la guerra en la provincia de Palencia, Catalina Muñoz es la única que fue juzgada y condenada a muerte, al resto las pasearon, precisó Pablo García-Colmenares, catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Valladolid y presidente de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica de Palencia (ARMH).
Actualmente, Lucía de 94 años, hija de Catalina, es la única que recuerda a su madre y el día que la detuvieron.
Salió de casa corriendo con el niño y se cayó en la trasera de una casa y fueron a cogerla. Al niño no le pasó nada. Ella gastaba un delantal de medio cuerpo y pico negro para taparse. Es lo único que llevaba cuando salió de casa, relató la mujer.
Lucía, que en aquel entonces tenía 11 años, quedó al cuidado de su abuelo, a partir de entonces sirvió en las casas de la gente rica de su pueblo.
Los objetos personales que se recuperan junto a los cuerpos permiten un acercamiento a la cotidianidad de las personas, precisó Almudena García-Rubio.