El Gobierno que preside Donald Trump ha cancelado las clases
de inglés y la asistencia legal para los inmigrantes menores de edad que cruzan
solos la frontera y son internados en centros de detención durante semanas o
meses a la espera de ser puestos al cuidado de familias de acogida.
Los servicios educativos, legales y de recreo “no son
directamente necesarios para la protección de la vida y la seguridad”, ha
alegado el Departamento de Salud, justificando el recorte por las dificultades
presupuestarias tras el incremento en la llegada de migrantes a la frontera,
según informa el diario The Washigton Post.
La cifra de menores no acompañados interceptados en la
frontera ha pasado de unos 5.000 al mes entre octubre y enero a cerca de 9.000
al mes desde marzo. A ello se suman un número indeterminado de niños que llegan
con familiares pero son separados en la frontera. Sólo en abril llegaron casi
60.000 personas en familia, frente a las 23.000 de octubre del año pasado.
Además de los servicios educativos y legales, el
Departamento de Salud (que recibe a los menores de las autoridades migratorias
y se encarga de encontrarles una familia de acogida) también ha eliminado los
programas recreativos de los centros de detención (como el fútbol).
Y ello pese a que el acuerdo judicial que obliga al Gobierno
a liberar a los menores en un plazo de máximo de 20 días (que ya se está
incumpliendo: algunos tardan muchas semanas o meses a pasar bajo custodia de
familias de acogida) también mandata que se eduque y entretenga a los niños.
El Departamento de Salud ha recibido 40.800 menores en los
que va de año, un 60% más que el anterior. De media tiene a 12.500 en centros
de detención, donde pasan, también de media, 48 días a la espera de una familia
de acogida.
En el centro de Homestead (Florida) hay 2.350 menores, por
ejemplo. Según han denunciado activistas ante una corte federal, “los niños
están encarcelados de forma innecesaria en condiciones propias de una prisión”
o “un campamento militar”, sin posibilidad apenas de hablar con sus familias o
incluso de recibir un abrazo sin ser penalizados o amenazados con la
deportación.
La saturación de los centros de detención, que trabajan al
97%, por encima del límite de alerta, lleva a que niños tengan que dormir en
bancos de concreto o afuera de las estaciones de la Patrulla Fronteriza.